El porche de la cocina presentaba originalmente un escalón pronunciado, que interrumpía la continuidad del suelo de la vivienda. Para unificar el nivel, se rellenó con hormigón y se instaló una baldosa porcelánica rústica. Se recomendó colocarlas en forma de rombo, una opción que aportó un toque decorativo y vistoso al espacio. Además, fue necesario recortar la puerta del garaje, que antes llegaba hasta el nivel del antiguo suelo.
El tejado del porche, hecho de tela asfáltica, estaba deteriorado por el paso del tiempo, lo que también afectaba al techo del garaje, generando problemas de humedades. Para resolver esto, se construyó un nuevo tejado de teja sobre una estructura de vigas IPN, cubiertas con tablero hidrófugo machihembrado. La teja se asentó firmemente utilizando perfiles Omega, garantizando así una larga durabilidad.
El techo se realizó con placas de yeso laminado hidrófugas, y se creó un sistema eléctrico interno que permitió la instalación de iluminación, rematándolo con una pintura de alta calidad. Finalmente, el porche fue cerrado con acristalamiento, creando un espacio más protegido y funcional
En el porche del salón, se continuó con el mismo suelo porcelánico, extendiéndolo también por la acera que conecta ambos espacios. El techo de escayola, que estaba muy deteriorado por filtraciones de agua, fue sustituido por el mismo material utilizado en el porche de la cocina. También se añadieron puntos de luz y se procedió al cerramiento con cristal, mejorando tanto la estética como la funcionalidad del espacio.
Por último, en la terraza de la habitación, se instaló un suelo porcelánico con imitación a madera, similar al de las habitaciones, después de nivelarlo con cemento debido a la presencia de sumideros para la evacuación de agua de lluvia. Esta terraza también fue cerrada con cristal, ofreciendo un acabado coherente con el resto de la reforma.
